jueves, 10 de marzo de 2011

RESEÑA: EL SEÑOR DE LAS MOSCAS


El joven Ralph despierta en medio de la selva, es sobreviviente de un accidente aéreo, caminando da con una paradisiaca playa y con otro sobreviviente, al cual solo se le conoce por su apodo Piggy, quien a pesar de nunca ser tomado en serio tiene una inteligencia superior y un gran sentido practico. Piggy tiene la idea de sonar un caracol para reunir a los sobrevivientes dispersos, pero deja a Ralph ejecutar el llamado a la asamblea, convirtiéndose en el líder de facto de los sobrevivientes; hasta que hace su arribo el grupo liderado por Jack, quien se propone convertir su coro en un grupo de caza.

Asi empieza El señor de las moscas, de William Golding (1954) autor ganador del premio nobel de literatura, y esta su primera obra y la mas celebre, se considera un clásico de la literatura.

No hace falta leer mucho de El señor de las moscas para constatar la categoría de novela frente a la que estamos: Personajes construidos con precisión que van desarrollándose a lo largo de la trama hasta adquirir dimensiones dramáticas. Un escenario deslumbrante y atmosferas que nos ubican en el tiempo y el espacio preciso para identificarnos con los protagonistas. Una trama que no decae, que atrapa la atención del lector y lo obliga a proseguir a un ritmo implacable.

En la cultura popular existen bastantes referencias a El señor de las moscas: existe una adaptación libre de esta novela en un capitulo de “Los Simpson” y la primera temporada de la serie “Lost” es una reinterpretación de muchos de sus elementos: La isla, el misterioso monstruo, el liderazgo carismático del Dr. Jack Shepard, la obsesión por la cacería de Jhon Locke, la presencia de un gordito simpático pero zagas.

En El señor de las moscas todos los personajes empiezan siendo niños y las situaciones bastante inocentes; incluso Ralph, quien es elegido como líder, actúa de forma frívola al principio; pero conforme trascurren los meses, el aburrimiento, la frustración y la desesperanza van trasformando el carácter de los niños mayores hacia distintos caminos. Ralph se hace consciente de la inmensa soledad de la que están rodeados y cada vez le pesa más la responsabilidad de dirigir a una horda de chicuelos que no tienen noción de orden. Piggy pasa poco a poco de ser la burla constante de todos los niños y se convierte en el consejero de confianza de Ralph; mas sin embargo su miopía lo convierte en el menos apto para sobrevivir; sus lentes son la única forma de crear fuego, lo que representara su perdición.

En Simón, un niño tímido que tiene la extravagante costumbre de vagar por la isla, vemos como pasa de ser un compañero dedicado a una especie de místico en un episodio psicótico que experimenta frente a los restos de un jabalí desollado, culminando con un ataque epiléptico. El ve la verdadera naturaleza de la bestia que a todos atemoriza, pero su destino como el de muchos iluminados es el martirio.

Jack es un muchacho que trata de encontrarse a si mismo; descubre su propia debilidad al no ser capaz de matar a un jabalí la primera ocasión que se le presenta; de tal manera que al conseguirlo en la siguiente ocasión el muchacho se siente capaz de cualquier hazaña lo cual le lleva al peligroso camino de la autocomplacencia y la obsesión de ser el único líder de la isla.

Gran parte del impacto de El señor de las moscas consiste en la forma en que un grupo que se da reglas y un orden puede derivar en un estado de salvajismo y barbarie. La crueldad de los muchachos hacia ellos mismos no deja de sorprender; más aún lo es constatar que situaciones similares pueden ocurrir en la vida real; lo que nos hace preguntar si dentro de cada uno de nosotros vive un salvaje dispuesto a matar al semejante de ser preciso.

Hay muchas reflexiones y lecturas diversas para El señor de las moscas, desde la fragilidad de la democracia y el atractivo del autoritarismo; De la pugna entre el súper-yo y el Ello Freudiano; sobre la formación de los distintos tipos de liderazgos, en este sentido mi apreciación personal es que el liderazgo de Jack es mas exitoso que el liderazgo de Ralph, aunque en el largo plazo Jack llevaría a la perdición a toda su tribu, es él quien sabe priorizar las necesidades de la comunidad: alimento primero, seguridad después, pertenencia al final. En comparación Ralph solo podía argumentar a su favor la legitimidad que el voto de los miembros le dio para ser líder y la consecución del objetivo mas importante: el rescate.

No deja de ser irónico que el frenesí destructor que desata Jack resulte a final de cuentas en el camino de la salvación; al final, cuando todos los sobrevivientes están de regreso en la playa, no pueden dejar de llorar: lloran por la perdida de la inocencia, por el regresar a su condición de infantes, como desahogo de todo lo que les sucedió.

Lagrimas que son catarsis, para los personajes y para el lector.

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